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2023 - presente

Colaboración con Taller del Norte, Arica

Registro, texto y diseño

 

"Es entonces en un entorno hostil, entre cerros de tierra, arena, rocas, precipitaciones casi nulas, altas temperaturas y escasa vegetación, que se plantea un sistema constructivo que se levanta con el menor número de elementos posible, donde la identidad arquitectónica es la estructura misma y lo irreductible es el principio crucial de diseño. Instalar un monolito en la tierra como si se tratara de una gran piedra y crear ahí un interior fresco y sombrío, es la estrategia para lidiar con el calor, el viento y el polvo del lugar más árido del planeta. Ya sea de forma inconsciente, fruto del aprendizaje de la práctica misma, por el consejo de sabios del rubro o gracias al estudio de la arquitectura vernácula de estas latitudes, lo cierto es que la lectura racional de cada material y cada proceso es a estas alturas un mecanismo más cercano al instinto de supervivencia que a una estrategia de corte académico, de estilo o comercial.

​A través de ejercicios de ensayo/error, se proyectan habitaciones a partir de marcos de hormigón armado que comúnmente se usan para hacer colectores y canalizaciones de alcantarillado bajo tierra o bajo puentes. Los cajones como se les llama coloquialmente, son estructuras autoportantes de sección rectangular hueca, de varias dimensiones y aparte del esqueleto de fierro se componen del material más presente en la zona: áridos. Para conectarse entre ellos, tienen juntas machihembradas que se comportan como juntas de dilatación ante movimientos dinámicos y a pesar de su gran peso se instalan con facilidad con un camión pluma.

​El proyecto comienza a tomar forma en 2021 cuando se presenta a la empresa local de prefabricados en soluciones en concreto Bottai, una propuesta de vivienda reducida a partir de la adaptación del módulo base mediante una serie de operaciones y la combinación con otros prefabricados de catálogo. Desde entonces y en paralelo al desarrollo de tipologías de tamaños y uso variable, la domesticación del objeto de origen se materializa en la adición de vanos para circular, captación de luz y ventilación natural, perforaciones menores para ductos, variaciones en la textura, brillo y color de las superficies y el redimensionamiento de las enfierraduras y del espesor de los muros, entre otros. Junto con incrementar las opciones de combinación entre ellos y hacerlos cada vez más aptos para uso humano, tales modificaciones apuntan a reducir gastos materiales, acortar la duración de la obra y minimizar las intervenciones posteriores a la estructura.

 

(...)

Sobre terreno de cultivo y una capa de tierra estabilizadora nivelada y compactada, sólo una película de polietileno separa las obras de la tierra. El módulo, autónomo o agrupado, proporciona una base sólida, resistente a la intemperie, corrosión y salinidad ambiental. Al igual que la instalación de Donald Judd a campo abierto en Marfa, los cuerpos simplemente se posan en el piso, planteándose como una fundación vista en sí misma. En sintonía con su condición pesante y pétrea, el proyecto se asienta sobre la tierra como si de allí naciera.

A diferencia del original, ahora el hormigón tiene un aspecto rojizo que se logró al agregar pigmentos en polvo a la mezcla, técnica permite teñir la estructura sin necesidad de pintarla. Y es que en la zona la pintura se comporta mal, o dicho en argot popular "se sopla" con tal facilidad que no es raro pintar y enmascarar un edificio dos veces en un mismo año. Además de requerir nula mantención, la pigmentación del cuerpo contribuiría a fundir el volumen con el cerro, efecto que la horizontalidad del volumen y la expresión del objeto posado también refuerza. Al mismo tiempo que la arquitectura se acopla al paisaje de fondo, los tonos que van desde el amarillo al morado alejan el prefabricado del imaginario citadino, gris e industrial del cemento común abriendo paso a otros universos tan primitivos como futuristas que flotan entre el arquetipo de la cueva, el alero rocoso de Taira, fotogramas de Star Wars y la arquitectura moderna de la Escuela de Porto.​

Los muros y la cubierta presentan vanos con la forma de moldes de otros prefabricados que se eligen según la intención de la apertura. Las perforaciones pueden permanecer abiertas, cerrarse con vidrio y celosías o se combinan con un accesorio modular que calce. Cámaras de inspección hidráulica, partes de tuberías de gran escala para la conducción de fluidos o maceteros de plaza, son ahora dispositivos que resuelven flujos de aire y regulan la intensidad de luz mediante aperturas ajustables, mecanismo propio de la cultura constructiva local. Otra herencia de la arquitectura tradicional del norte del país y regiones próximas de Perú donde hay constantes corrientes de viento con tierra, es el techo plano con claraboyas prominentes. Dicho elemento ilumina de forma indirecta los espacios y resuelve el confort térmico al liberar por la cubierta el aire caliente que asciende. ​

La geometría y el material que uno percibe desde afuera se condice con la experiencia al interior gracias a las propiedades térmicas del hormigón que permiten prescindir de revestimientos y aislación de muros y cielo. Exacerban la solidez de la obra gruesa la fragilidad de celosías de fibras vegetales de totora o cañas locales, la transparencia y el movimiento de mallas que tamizan la luz. Todos los cierros son mamparas corredizas en perfiles de fierro negro. Las divisiones interiores son de loseta prefabricada pigmentada con la misma técnica que la envolvente. A diferencia del módulo de alcantarillado cuyas aristas tienen ochavos, la habitación presenta ángulos rectos en un intento por ganar la superficie perdida en el encuentro piso/muro. Entre módulos, la obra se sella juntas flexibles de goma como junta de dilatación y terminación con perfil metálico. In situ, el cajón admite perforaciones menores en caso que sean necesarias, en tanto que las superficies se intervienen mediante desbastes, nivelación, pulido y vitrificado.​

Aquí la comunicación con especialistas y clientes es mediante intervenciones 1:1, maquetas con materiales de construcción como bloques, adoquines, malla y alambre, croquis y planos constructivos. El trabajo de escritorio se reduce al mínimo, cuestión que se condice con el hecho que el arquitecto insista en referirse a su práctica como un taller envés de oficina o estudio. Con su propuesta de vivienda modular prefabricada, Atelier del Norte presenta enérgicamente una metodología de trabajo en obra al punto que prácticamente vive en ella: el prototipo es al mismo tiempo una casa sencilla, una sala piloto y una instalación de faenas. “Una casa acabada es una ruina” dijo una vez Eduardo Souto da Moura, y en sintonía con esa idea es que en el laboratorio no hay una trayectoria lineal predeterminada, sino que las decisiones se toman en la medida que las necesidades se expresen. Cortinas, equipamiento o mobiliario en general, cierros secundarios, manillas o guardapolvos son ítems que aún no aparecen, dejando abierta la posibilidad de que nunca lleguen sin por eso mermar la habitabilidad del proyecto, a la vez que refuerzan su carácter austero."

Extracto de reseña "El desierto y el cajón" publicada en Beat Revista nº14

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